Juan Barcelón y Francisco Muntaner
Por su parte, Juan Barcelón (1739-1801) se formó en el dibujo en el taller del afamado escultor Francisco Salzillo. También fue alumno de la Academia de San Fernando donde tuvo como maestro a Juan Bernabé Palomino. Ganó el premio en 1763 y fue nombrado Académico de mérito en 1777 por una estampa de San Rafael.
Entre las obras más importantes que ilustró destacan sus trabajos para el Quijote de Ibarra (1780), el Tratado de la pintura, de Leonardo da Vinci (1784), las Antigüedades árabes de España (1787) o la Instrucción metodica sobre los mueres, escrito por Joaquín Manuel Fos (1790). Además es autor de una cartilla para el estudio del dibujo, que publicó la Real Calcografía en 1774 y diversas estampas de Reales Sitios, las alegorías de los continentes o la serie de los Trabajos de Hércules.
La primera traducción completa del Tratado de la pintura de Leonardo da Vinci, que se publicó acompañada de los tres libros De la Pintura de Leon Bautista Alberti, se debe al miembro de la Real Academia de la Lengua Diego Antonio Rejon de Silva, quien tomó como referencia la versión francesa de la obra de 1651. Esta edición incluye una breve biografía del sabio renacentista y el desarrollo de todos sus conocimientos sobre este arte. Todo el texto está acompañado de numerosos grabados, realizados por Juan Barcelón, entre los que hemos querido destacar este retrato de Leonardo da Vinci.
También discípulo de Juan Bernabé Palomino en Madrid, el mallorquín Francisco Muntaner (1743-1805) procedía de una familia de artistas: su abuelo fue el pintor boloñés Juan Muntaner Marimonti y su padre el grabador Lorenzo Muntaner Upé, con quien comenzó a aprender las técnicas de la estampación. En San Fernando fue nombrado Académico de mérito en 1771
Muntaner intervino igualmente en grandes obras de su tiempo: el ya mencionado Quijote de Ibarra (1780), en el que participó con seis láminas según dibujos de Antonio Carnicero, Gregorio Ferro y Bernardo Barranco, la serie de Retratos de los Españoles Ilustres (1791), a propuesta de Manuel Salvador Carmona, y la también mencionada Guerra de Yugurta y Conjuración de Catilina, de Salustio (1772), además de un buen número de estampas sueltas de gran calidad.
En 1780 la Real Academia Española publicó una edición de El Quijote que pretendía corregir errores y fijar un texto que reflejara lo más fielmente posible el original escrito por Cervantes. La impresión se encargó al taller de Joaquín Ibarra, se fabricó para la obra un papel de gran calidad y se crearon tres fundiciones nuevas de letras. El resultado fue una obra en cuatro volúmenes que está considerada la mejor edición del Quijote de todos los tiempos. Para las ilustraciones se eligió a dibujantes tales como Antonio Carnicero, José del Castillo o Gregorio Ferro, entre otros y las estampas fueron realizadas por los mejores maestros grabadores de la época como Manuel Salvador Carmona, Francisco Muntaner, Juan Barcelón o Fernando Selma.