Influencia de Camões en la cultura hispánica

4-7702.1.jpg
  1. Diogo Bernardes

Varias Rimas ao Bom Jesus e a Virgem gloriosa, sua mai, e sanctos particulares, com outras mais de honesta e proveitosa lição

Lisboa, Com licença da Sancta Inquisição, em casa de Simão Lopez, 1594

 

Ejemplar expuesto:

Toledo, Biblioteca de Castilla-La Mancha: 4-7702

 

Otros testimonios:

Cambridge, Houghton Library, Harvard University: *PC5 B4567 594v.

Coimbra, Biblioteca Geral da Universidade: R 12 19UCBG. 

Lisboa, Biblioteca Nacional: RES. 3840P; RES 43993V.

 

 

El poeta Diogo Bernardes (Ponte da Barca, c. 1530- Lisboa, c. 1594) fue hijo de Catarina Bernardes Pimenta y de João Rodrigues de Araújo Colaço, y hermano del también poeta Fr. Agostinho da Cruz. Aunque no disponemos de mucha información sobre sus primeros años de vida, sí sabemos que, en la década de 1550, anduvo buscando el favor de distintos maestros o mecenas para que le protegieran y financiaran sus obras poéticas. Ignoramos, asimismo, las causas de su renuncia, en 1558, al cargo de escribano de los huérfanos en favor de su cuñado Paio de Araújo e Azevedo, tal vez porque pasó a ser nombrado mozo de cámara del rey D. Sebastião. De aquí pasó a ser notario público del concejo de Nóbrega tras heredar este título a la muerte de su padre y formó parte como secretario de la comitiva que acompañó al rey de Portugal, en 1576, para convencer a Felipe II de su participación en la guerra contra el norte de África. Como es bien sabido, el monarca portugués solo consiguió del castellano una limitada ayuda militar y humana porque lo consideraba una temeridad y con pocas opciones de éxito.

            A pesar de numerosos informes en contra de la vía militar, D. Sebastião emprendió la aventura africana y sucumbió en la famosa batalla de Alcazarquivir –o Alcácer Quibir-, el 4 de agosto de 1578. Aquí participó Diogo Bernardes y fue hecho prisionero hasta principios de 1579 o finales de 1580. No hay unanimidad al respecto. Una vez de regreso a la patria y ante la nueva situación política del reino, Bernardes, además de recibir importantes cantidades de dinero por algunos servicios, mantuvo una posición privilegiada, llegando a recibir la Orden de Cristo en Lisboa, en la iglesia de N. S. da Conceição de Lisboa, el 25 de octubre de 1582. A través de dos documentos del Archivo de la Torre do Tombo, sabemos que casó y tuvo dos hijos, pero ignoramos los nombres de su mujer y vástagos. Al mismo tiempo, conocemos sus amistades con algunos de los poetas más importantes de su tiempo, es decir, António Ferreira, Pero de Andrade Caminha o António de Castilho.

En cuanto a su producción poética, en la que se percibe la influencia de Petrarca, Ariosto, Boscán o Garcilaso, fue publicando algunas composiciones laudatorias en los preliminares de ciertos libros. Así, por ejemplo, en la História dos cercos de Malaca (Lisboa, Manoel de Lira, 1585), de Jorge de Lemos, o en la Relaçam do solene recebimento que se fez em Lisboa às santas reliquias que se leuaram à igreja de S. Roque da companhia de IESV aos 25 de Ianeiro de 1588 (Lisboa, António Ribeiro, 1588), de Manoel de Campos. En esta última llegó a ganar el premio a los mejores sonetos, a pesar de que aparecían personajes tan ilustres como Pedro de Andrade Caminha, André Falcão o Fernão Rodrigues Lobo. Algunos de estos poemas fueron después reunidos en algunos de sus tres libros de poesía, publicados todos ellos de manera póstuma: Varias Rimas ao Bom Jesus e a Virgem gloriosa, sua mai, e sanctos particulares, com outras mais de honesta e proveitosa lição (Lisboa, Simão Lopes, 1594), O Lima (Lisboa, Simão Lopes, 1596), y Rimas Várias Flores do Lima (Lisboa, Manuel de Lira, 1597). La obra que aquí se expone corresponde, por tanto, a su primer libro y, a decir verdad, nadie lo conocía y no había sido referenciado en ningún otro catálogo de obras de Bernardes. Con este, existe un total de cinco testimonios en todo el mundo.

En lo que se refiere a la relevancia de Diogo Bernardes en la historia de la literatura portuguesa, durante muchos años fue considerado por sus contemporáneos y por los críticos posteriores como un usurpador de poemas, ya que la tradición ha puesto en duda la atribución de varios poemas de Bernardes incluidos en sus obras que también se han atribuido al vate por excelencia de las letras portuguesas desde la primera edicion de sus Rhythmas en 1595. Entre otros muchos, Manuel de Faria y Sousa lo calificó de ladrón de poemas. Hoy día, estas críticas se han atenuado y se considera a Bernardes uno de los mayores poetas portugueses de la segunda mitad del siglo XVI. Por último, sobre su posible relación con Camões, ignoramos casi todo, excepto que en un soneto fúnebre que empieza por «Quem louvará Camões que ele não seja?», algunos han querido ver una crítica ácida hacia aquel.

 

20679.1.jpg
  1. Juan Ochoa de la Salde

Primera parte de la Carolea Inchiridion, que trata de la vida y hechos del invictíssimo emperador don Carlos Quinto de este nombre, y de muchas notables cosas en ella sucedidas hasta el año de 1555

Lisboa, con Licencia del Consejo General de la Sancta Inquisición, Con Privilegio Real, Marcos Borges, António Ribeiro y Anton Álvarez, impressores, a los 20 del mes de diciembre, 1585

 

Ejemplar expuesto:

Toledo, Biblioteca de Castilla-La Mancha: 20679

 

Otros testimonios:

Lisboa, Biblioteca Nacional: RES. 41141V; RES 41312A; RES 43109V.

Londres, British Library: 594.g.15.

Madrid, Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla: FLL Res. 691; FLL Res. 886.

Madrid, Biblioteca Nacional: R/16101; R/16152; R/15457; R/16113; R/26840; R/10581; R/3.

Nueva York, Hispanic Society of America: DD 178.9.O34 1586.

Oxford, Bodleian Library: H 7.4 Art.

Viena, Österreichische Nationalbibliothek: 38.A.2 PS.

 

 

La Primera parte de la Carolea Inchiridion, que trata de la vida y hechos del invictíssimo emperador don Carlos Quinto de este nombre, y de muchas notables cosas en ella sucedidas hasta el año de 1555 apareció en 1585, en las prensas lisboetas de Marcos Borges, Antonio Ribeiro y Antón Álvarez, impresores todos ellos con un amplio recorrido en el mundo tipográfico y que se unieron para sacar a la luz una obra monumental. El año de la publicación de esta obra y el lugar nos indican que estamos bajo el período de dominio filipino y pone de manifiesto el interés que existía por parte de las autoridades de difundir una imagen heroica, en este caso, del emperador Carlos V. Así está reflejado en el hermoso grabado situado al frente de la obra, con la representación de un monarca que poseía todos los símbolos de la majestad católica, equiparado al mismo César de la Antigüedad por la corona de laurel, con una barba a la romana y con armadura, lo que le vinculaba claramente con la tradición caballeresca: «Carolvs V. Avstriacvs Romanvs Imperator, Rex Hispaniarvm et Indiarvm, Princeps et Dominvs Belgarvm». El término «Inchiridion» o «enquiridión» del título (en latín «enchiridon» y en griego «manual»), remite, asimismo, a obras como el Enchiridion militis Christiani o Manual del caballero cristiano, de Erasmo de Rotterdam.

En cuanto a la primera edición de esta obra, salió a la luz en dos partes en la ciudad de Valencia, en 1560, por el impresor Juan de Arcos, y bajo la autoría de Jerónimo Sampere. La obra fue recopilada más tarde por Juan Ochoa de la Salde, prior perpetuo de San Juan de Letrán, que la dirigió al poderoso Don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, comendador mayor de León, del Consejo de Su Majestad, y su Capitán general del Mar Océano y Reinos de Portugal, cuyo escudo de armas figura en la portada. De esta segunda edición existen veintisiete ejemplares en todo el mundo.

En esta obra, que recoge lo sucedido bajo el imperio español desde el nacimiento del emperador Carlos V hasta 1555, los hechos relacionados con Portugal también ocupan un espacio importante. Así, por ejemplo, en las páginas que aquí se exponen se recoge la triste noticia de la «Muerte de Don Iuan, Principe de Portugal», marido de la princesa Juana de Austria y padre del futuro rey D. Sebastião I de Portugal, que vendría a nacer casi tres semanas después del fallecimiento de su padre.

 

Res.977.1.jpg
  1. Lope de Vega

Jerusalem conquistada, epopeya trágica

Lisboa, en la imprenta de Vicente Álvarez, 1611

 

Ejemplar expuesto:

Toledo, Biblioteca de Castilla-La Mancha: Res. 977

 

Otros testimonios:

Coimbra, Biblioteca Geral da Universidade: 1-4-3-200. 

Lisboa, Biblioteca da Ajuda: 62-IV-5 (BA).

Lisboa, Biblioteca Nacional: RES. 1656P; L. 2223 V.; L. 4612V; L. 1482A.

Londres, British Library: 1064.i.2.

Madrid, Biblioteca Nacional: R/13751.

Nueva York, Hispanic Society of America: PQ 6457.J3 1611.

París, Bibliothèque Mazarine: 11070-U-10.

Rio de Janeiro, Biblioteca Nacional: 57c, 2, 9.

Roma, Biblioteca Casanatense: T.II.24.

Viena, Österreichische Nationalbibliothek: *38.G.11.

 

 

De entre los muchos géneros literarios que cultivó Lope de Vega, el de la epopeya fue uno de los que más empeño puso para llegar a ser el poeta épico culto más importante de España y alejarse, de este modo, de la imagen de autor popular que circulaba en estos momentos por Castilla. En este sentido, su primera aportación consistió en La Dragontea (Valencia, Pedro Patricio Mey, 1598), un poema épico en 732 octavas reales que narra las peripecias del famoso pirata Francis Drake por tierras principalmente americanas hasta que muere en Portobelo envenenado por sus propios hombres –aunque en realidad murió de disentería-. A pesar de las licencias poéticas que toma para edulcorar su poema, este libro buscaba alinearse en el conjunto de obras contra los ingleses. Su siguiente acercamiento al género fue un poema de corte hagiográfico, el Isidro (Madrid, Juan de Montoya, 1599), que glorificaba la vida en el campo a través de la figura del patrón de Madrid, san Isidro Labrador.

            Tres años más tarde, en 1602, Lope sacó a la luz un nuevo poema épico de corte caballeresco, con veinte cantos en octava real, que daba continuidad al Orlando furioso de Ludovico Ariosto en la misma línea que ya había hecho años atrás un Luis Barahona de Soto, con Las lágrimas de Angélica (1586). Se trataba de La hermosura de Angélica (Madrid, Pedro Madrigal, 1602), que, publicada junto con las Rimas y La Dragontea, iba dirigida a su amigo el poeta Juan de Arguijo y suponía un alejamiento de la materia épica estrictamente histórica y nacional que se venía haciendo hasta entonces.

            Posteriormente, apareció en Madrid la Jerusalén conquistada, cuya primera edición es de 1609 (Madrid, Juan de la Cuesta) y que llevaba por subtítulo «Epopeya trágica». Su intención era emular y superar, en última instancia, su modelo literario del que partía, esto es, la Gerusalemme liberata del italiano Torquato Tasso (1581), del que tomó no solo el título, sino también la división en veinte cantos, la métrica en octava real, el tema de las cruzadas y determinados episodios. De dudosa veracidad histórica, el libro cuenta la participación (falsa) del rey de Castilla Alfonso VIII en la Tercera Cruzada contra los musulmanes para liberar Tierra Santa. Como consecuencia de su falta de historicidad, algunos teóricos de la época, como Juan Pablo Mártir Rizo, la pusieron como ejemplo de un relato defectuoso desde el punto de vista de la Poética aristotélica, con mezcla de relatos de procedencia diversa y sin un héroe particular destacado, ya que el protagonismo de la historia se repartía entre Felipe II de Francia, Alfonso VIII de Castilla y Ricardo Corazón de León. Además, los últimos cuatro cantos los añadió Lope para igualar el mismo número de cantos del poema de Tasso y parecían sobrar.

            En cuanto a su formato, llama la atención cómo, tanto esta edición príncipe de 1609, como la segunda del mismo año, de Barcelona (Gabriel Graells y Giraldo Dotil, a costa de Rafael Nogués), y esta tercera de 1611 (Lisboa, Vicente Álvarez), salieron con una marginalia profusamente detallada que servía para guiar a los lectores. En lo que se refiere a la edición lisboeta, dedicada «a la Magestad de Felipe Hermenegildo Primero deste nombre y Tercero del Primero», han sobrevivido hasta nuestros días un total de treinta y un ejemplares.

Por último, cabe señalar que en el prólogo al Conde de Saldaña de la Jerusalén conquistada Lope elogia a Camões por el uso que hace del argumento histórico como parte de la narratio de la epopeya portuguesa, es decir, las expediciones marítimas llevadas a cabo por los portugueses.

 

1-746.1.jpg
  1. Francisco de Sá e Meneses

Malaca conquistada por o grande Afonso de Albuquerque… com os argumentos de dona Bernarda Ferreira

Lisboa, Mathias Rodrigues, 1634

 

Ejemplar expuesto:

Biblioteca de Castilla-La Mancha, Toledo: 1-746

 

Otros testimonios:

Berlín, Ibero-Amerikanisches Institut: Port xu503[8]º.

Cambridge (Harvard University), Houghton Library: Port 5655.21.31.

Coimbra, Biblioteca Geral da Universidade: RB-6-7.

Lisboa, Biblioteca Nacional: RES. 1080 P.; L. 3426 P.

Londres, British Library: C.191.a.61.

Madrid, Biblioteca Nacional: R/3257.

Ponta Delgada, Biblioteca Pública e Arquivo Distrital: JC/A AR.3 A/34 RES (BPARPD)- JC13238.

Porto, Biblioteca Pública Municipal: PD-043; RES-XVII-a-4.

Rio de Janeiro, Biblioteca Nacional: 51.1,7 Ex.2:51,1,8.

 

 

Francisco de Sá e Meneses (¿?-1664) publicó en 1634 este poema heroico que narra las gestas de Afonso de Albuquerque en su conquista de Malaca, ocurrida en 1511. Observamos varios puntos de esta obra portuguesa como directamente influenciados, no solo por la epopeya camoniana, de la que son claros deudores, sino también por una obra anterior a ambas, la Gerusalemme Liberata de Torquato Tasso, y por la obra de Alonso de Ercilla. La crítica revela, además, en la extensa obra de João de Barros otra fuente importante para la Malaca conquistada, situándose por tanto esta última en una tradición europea ya asentada de poemas épicos basados en hechos históricos. Cabe observar que estas composiciones encontrarán eco en la literatura portuguesa hasta el siglo XX, cuando el poeta Fernando Pessoa volverá a celebrar las grandes figuras de un pasado glorioso ya lejano en unos versos, los de Mensagem, que invitan a unas nuevas interpretaciones de las figuras de la historia de Portugal y las colocan en una dimensión más mística que épica.

Afonso de Albuquerque, personaje central de esta aventura de la conquista de Oriente, es una figura presente en varias obras del siglo XVI, la primera de las cuales es la de Fernão Lopes de Castanheda, aquí expuesta. Camões le dedica varias estrofas del canto décimo (X: 40-49), poniendo en boca de una ninfa una profecía de lo que acontecería unos años después del viaje de Vasco da Gama en esos mismos territorios orientales. Albuquerque fue gobernador de la India de 1509 a 1515, años en los que se produjo la toma de Goa y Malaca. Camões le considera una figura de primera magnitud en la historia portuguesa, y lo celebra con estos versos: «Que gloriosas palmas tercer vejo,/ Com que Vitória a fronte lhe coroa,/ Quando, sem sombra vã de medo ou pejo/ Toma a ilha ilustríssima de Goa!» (X: 42). No evita, sin embargo, recordar episodios controvertidos de su mandato, en los que hizo uso de un castigo demasiado severo con sus subalternos: «Mas em tempo que fomes e asperezas,/ Doenças, frechas e trovões ardentes,/ A sazão e o lugar fazem cruezas/ Nos soldados a tudo obedientes,/ Parece de selváticas brutezas,/ De peitos inumanos e insolentes,/ Dar extremo suplício pela culpa/ Que a fraca humanidade e Amor desculpa» (X: 46).

Al principio de la Malaca conquistada, en el Prólogo à nobreza Lusitana, el autor confiesa haber escrito esta epopeya para que los grandes héroes del pasado sintieran que tenían a un Homero que cantaba sus gestas. Se encuentran, asimismo, unos versos de doña Bernarda Ferreira de Lacerda alabando la obra de Sá e Meneses: «Se de Albuquerque cantais/ A Fama de vos cantando/ Com vossa pena voando/ Vos chega donde o chegais:/ Porque não ha subir mais,/ E poucos subirão tanto,/ Sois ambos do Mundo espanto,/ e de Lusitania gloria:/ Que he ilustre sua memoria,/ E divino vosso canto».

El comienzo del poema, escrito en doce cantos y en octava rima, recuerda claramente las primeras estrofas de Os Lusíadas: «Canto as armas, e o grande Lusitano,/ Que desde a Ocidental estrema parte/ A onde o Sol se levanta do Oceano/ Levou das Quinas santas o estandarte…».

 

4-8677(1).jpg
  1. António de Gouvea

Iornada do Arcebispo de Goa dom Frey Aleixo de Menezes primaz da India Oriental, (…) quando foy as Serras do Malauar et lugares em que morão os antigos christãos de S. Thome

Coimbra, na officina de Diogo Gomez Loureyro, 1606

 

Ejemplar expuesto:

Biblioteca de Castilla-La Mancha, Toledo: 4-8677(1)

 

Otros testimonios:

Cambridge (Harvard University), Houghton Library: BX4714.522.G65; C 3675.8*.

Coimbra, Biblioteca Geral da Universidade: J.F.-43-5-5 c.3; V.T.-7-5-21 c.2.

Copenhague, Det Kongelige Bibliotek: 4,285 01281.

Lisboa, Ajuda: 17-VIII-22, n. 1 (BA).

Lisboa, Biblioteca Nacional: RES. 920//1 V.; H.G. 1029//1 V.

Londres, British Library: 1124.k.4. (1); V 10559.

Madrid, Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla: FLL 4845 (1).

Madrid, Biblioteca Nacional: 2/69558 (1).

México, Biblioteca Nacional: 922.2469 MEN.g.

Munich, Bayerische Staatsbibliothek: 2H. eccl. 162.

Nueva York, Public Library: *KB 1606.

Oxford, Bodleian Library: Vet. G2 d.13 (1).

París, Bibliothèque Nationale de France: FOL-OY-76 (1).

Rio de Janeiro, Biblioteca Nacional: 32,4,25.

Roma, Biblioteca Apostolica Vaticana: Stamp. Barb. H.III.50 (int.1).

Roma, Biblioteca Casanatense: Z XI 2.

Salamanca, Biblioteca Universitaria: BG/41348 (1); BG/32344 (1).

Viena, Österreichische Nationalbibliothek: 42.G.5.

 

 

Fr. António de Gouveia (1575?-1628), de la orden de San Agustín, autor de unas notables obras historiográficas dedicadas a recordar el trabajo en pro de la fe cristiana en Oriente de muchas figuras de la Iglesia, escribió la primera parte de este volumen en 1603, tras seis años de estancia en la India y en Persia en calidad de misionero y diplomático, con la intención de dar a conocer la labor del arzobispo de Goa, quien convirtió a los cristianos de las Indias nuevamente al Catolicismo, tras un largo paréntesis de adhesión a la herejía de Néstor.

El título completo de esta primera parte, dividida en tres libros, es Iornada do arcebispo de Goa dom frey Aleixo de Menezes primaz da India Oriental, religioso da Ordem de S. Agostinho. Quando foy as Serras do Malavar, e lugares em que morão os antigos Christãos de S. Thome, e os tirou de muytos erros e heregias em que estavão, e reduzio à nossa Sancta Fè Catholica, e obediencia da Santa Igreja Romana, da qual passava de mil anos que estavão apartados. Recopilada de diversos tratados de pessoas de autoridade, que a tudo forão presentes. Por Frey Antonio de Gouvea Religioso da mesma Ordem de Santo Agostinho, lente de Theologia, e Prior do Convento de Goa. Dase noticia de muytas cousas notáveis da India, de que a não avia tão clara.

A pesar del tiempo transcurrido desde la aparición de la carta apócrifa del Preste Juan, allá por el siglo XII, Gouveia aún utiliza este término para indicar un espacio geográfico concreto, que, sin embargo, no se corresponde con esa Etiopía con la que llegó a identificarse el reino mítico del soberano cristiano; el capítulo 7 del primer libro de la Iornada se titula Origem dos Catholicos que ha no imperio do Abexim à que chamamos Preste Ioão.

La obra está encuadernada con otros escritos, el Synodo diocesano y La Misa enmendada de errores propios de la herejía de Néstor por el propio arzobispo de Goa y de las Indias Orientales, Don Aleixo de Menezes, según los dictámenes del sínodo.

 

SL-2127.1.jpg
  1. Manoel da Veiga

Relaçam geral do estado da Christandade de Ethiopia composta e copiada das cartas que os padres da Companhia de Iesu escreueram da India Oriental dos annos e 624, 625 & 626

Lisboa, Mattheus Pinheiro, 1628

 

Ejemplar expuesto:

Biblioteca de Castilla-La Mancha, Toledo: SL/2127

 

Otros testimonios:

Cambridge (Harvard University), Houghton Library: Afr 4350.2.3; BX3747.E8.

Coimbra, Biblioteca Geral da Universidade: 1-11-14-129-c.3; R-1-8; V.T.-6-6-11 c.2.

Lisboa, Ajuda: 110-III-56 (BA); 21-VII-29 (BA).

Lisboa, Biblioteca Nacional: RES. 1303 P.; RES. 1321 P.; 424 P.

Londres, British Library: 583.d.28; 698.h.45.

Madrid, Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla: DER 12645.

Madrid, Biblioteca Nacional: 3/9177.

Munich, Bayerische Staatsbibliothek: 4 Jes. 287 m.

Nueva York, Public Library: *KB 1628.

París, Bibliothèque Nationale de France: 4-O3C-45.

Roma, Biblioteca Apostólica Vaticana: Stamp. Cerulli.IV.1109.

Roma, Biblioteca Casanatense: X.XIII.12.

Salamanca, Biblioteca Universitaria: BG/29346.

 

 

El autor, el jesuita Manoel da Veiga (1567-1647), compuso esta obra a partir de las cartas enviadas por los padres de la Compañía de Jesús desde la India Oriental en los años 1624, 1625 y 1626. En ella se da cuenta de la conversión al catolicismo del soberano Seltã Segued y toda su corte tras la llegada del patriarca D. Afonso Mendes (Libros Primero y Segundo), y del descubrimiento del Tíbet, «a que chamam gran Catayo» (en un libro adjunto a los dos anteriores). Destacamos las descripciones de una Etiopía aún ligada, de cierta manera, a la memoria de la mítica carta del Preste Juan. De hecho, en el capítulo IV del Primer Libro, Veiga reproduce una carta del emperador etíope –que afirma estar traduciendo del amárico al portugués–, en la que exhorta a su pueblo a convertirse a la verdadera fe, tras siglos de errores, causados por las herejías difundidas en sus territorios.

Veiga describe algunos usos y costumbres de la gente de Etiopía especialmente llamativos por su laxitud moral, para subrayar la importancia de la reducción de esas poblaciones a las leyes de la Santa Iglesia. En el último libro, dedicado a la labor del padre António de Andrade, también jesuita, Veiga describe el Tíbet como un lugar tan espectacular que «parece nam aver mais paraiso na terra», con unas cumbres cubiertas de una nieve tan espesa que los misioneros, en sus travesías, se hundían en ella hasta los hombros. El encuentro con los líderes religiosos, los Lamas, arroja una nueva luz sobre las tradiciones locales, que la expedición jesuita va conociendo antes de llevar a cabo su misión evangelizadora en colaboración con el rey de esas tierras, que demuestra en todo momento una muy buena disposición al diálogo y a la conversión.

El texto que exponemos se inserta en una tradición ya asentada, desde el siglo anterior, de Relaciones de viajes por tierras orientales, en las que sus autores relatan misiones religiosas o embajadas enviadas desde Portugal a reyes y emperadores para consolidar las relaciones políticas y económicas entre ese reino cristiano y sus homólogos, algo que recuerda las relaciones establecidas por Vasco da Gama en tierras africanas e hindúes relatadas con gran sutileza por Camões en su poema épico.

 

4-18605.1.jpg
  1. Fr. Luís Cacegas, dominico (y Manuel de Sousa Coutinho)

Primeira parte da Historia de S. Domingos, particular do reino e conquistas de Portugal

Lisboa, impressa no convento de S. Domingos de Bemfica, Giraldo Vinha, 1623

 

Ejemplar expuesto:

Toledo, Biblioteca de Castilla-La Mancha: 4-18605

 

Otros testimonios:

Chicago, Newberry Library: Greenlee: 4552; D61; C11; 1623.

Coimbra, Biblioteca Geral da Universidade: 1-(1)-7-4; J.F.-43-2 A-14.

Coimbra, Biblioteca do Liceu Normal de D. João III: 43-2A-I4.  

Évora, Biblioteca Pública: Novos Reservados 731.

Lisboa, Ajuda: 18-XII-11 (BA).

Lisboa, Biblioteca Nacional: RES.1862V; RES. 1863V; RES. 1864V.

Lisboa, Biblioteca Universitaria João Paulo II: GOE-D 1775/3 vol. 1; MC-1411.

Madrid, Biblioteca Nacional: VE/1428/2.

París, Bibliothèque Nationale de France: RES-H-144.

Roma, Biblioteca Apostolica Vaticana: Stamp.Barb.H.XI.68.

 

 

La principal fuente de información en torno a Fr. Luís Cacegas la podemos encontrar en la Biblioteca Lusitana historica, critica, e cronologica, na qual se comprehende a noticia dos authores portuguezes, e das obras, que compuseraõ desde o tempo da promulgaçaõ da ley da graça até o tempo prezente (Lisboa, 1741-1758), de Diogo Barbosa Machado, que siguió el modelo que Nicolás Antonio había utilizado en su famosa Bibliotheca Hispana Nova. En ella se nos dice que perteneció a la orden de los dominicos y profesó en el convento de la villa de Azeitão, del patriarcado de Lisboa.

            Ingenio de gran cultura, se propuso escribir la historia de la provincia de Portugal y para ello recorrió durante dos décadas todo el reino investigando en sus principales archivos y cartorios. Sin embargo, no fue capaz de llevar a buen puerto esta iniciativa y tuvo que ser el ilustre Fr. Luís de Sousa, por otro nombre Manuel de Sousa Coutinho, quien pusiera a limpio todos los documentos que había recogido Cacegas y sacara la actual Historia de São Domingos. Así lo confiesa este último en el capítulo siete del libro cuarto de la parte segunda: «a cujo nome e trabalho se deve a parte mais substancial da prezente escritura (…) se elle naõ fora primeiro no merecimento de trabalhar, naõ pudera eu ser segundo no de escrever». En efecto, Barbosa Machado hablaba de una Chronica da Provincia de S. Domingos de Portugal que se encontraba manuscrita, en dos tomos, uno en la Livraria de S. Domingos de Lisboa, y el segundo en la Livraria do Real Convento de Benfica, de Lisboa. Gracias a este dato, habría que atribuir las dos primeras partes a Fr. Luís Cacegas, mientras que la tercera, publicada de manera póstuma en 1678 (Lisboa, Na officina de Domingos Carneiro, 1678), habría sido de autoría exclusiva de Fr. Luís de Sousa, a pesar de que se indique lo contrario en la portada. Más tarde, Fr. Lucas de Santa Catarina, sucesor de Sousa en el puesto de cronista de la provincia dominicana de Portugal y socio fundador de la Academia Real da História Portuguesa, escribiría una Quarta parte da História de S. Domingos, particular do reino e conquistas de Portugal, que vendría a ser publicada en 1733, si bien es cierto que las licencias de impresión llevaban fecha de 1709.

            Algo semejante había sucedido con la Vida de Dom Frei Bertolameu dos Martyres de Fr. Luís Cacegas, que dejó manuscrita y que el mismo Fr. Luís de Sousa procedió a retocar en estilo, a ampliar determinadas partes y a publicar, finalmente, en la ciudad de Viana (Nicolao Carvalho, 1619). Como curiosidad, conviene recordar que Manuel de Sousa Coutinho es el mismo que compartió cautiverio en Argel con Miguel de Cervantes, entre 1577 y 1578.

            La Orden de los Pregadores (Ordo Praedicatorum), Orden de Santo Domingo u Orden Dominicana, tenía como principal cometido difundir el mensaje de Jesús y convertir al cristianismo. Fundada en 1216 en la ciudad francesa de Toulouse por el castellano Santo Domingo de Guzmán, Fr. Soeiro Gomes fue el primer Provincial de la orden que se estableció ya en Portugal, donde fundó, en 1218, su primer convento en Montejunto, que se trasladó tres años más tarde a la ciudad de Santarém. En tierras portuguesas hubo miembros muy relevantes en la orden, como, por ejemplo, los mencionados Fr. Luís de Sousa o Fr. Bartolomeu dos Mártires, así como André de Resende o Fr. Jerónimo de Azambuja.

            En cuanto al número de ejemplares existentes de la presente obra, han sobrevivido hasta veintiocho copias.

 

15556.jpg
  1. Rodrigo da Cunha e Silva

Segunda parte da Historia ecclesiastica dos arcebispos de Braga e dos santos e varoens illustres que florecerão neste arcebispado

Braga, Com todas as licenças necessárias, Manoel Cardozo, impressor e mercador de livros, 1635

 

Ejemplar expuesto:

Toledo, Biblioteca de Castilla-La Mancha: 15556

 

Otros testimonios:

Lisboa, Ajuda: 17-XII-42 (BA).

Madrid, Real Academia de la Historia: 3/4470.

Vila Viçosa, Museu-Biblioteca da Casa de Bragança: 703.

 

 

  1. Rodrigo da Cunha fue una de las personalidades portuguesas más importantes de las primeras décadas del siglo XVII, como hemos señalado ya al hablar de las ediciones camonianas dedicadas a él. Nacido en 1577, en Lisboa, destacó en diferentes ámbitos de la cultura española y portuguesa. Fue un eminente eclesiástico, escribió obras historiográficas y, además, tuvo una actividad política muy activa. De hecho, se le considera o bien uno de los liberadores de la patria por parte de los portugueses, o bien un falso traidor por la de los castellanos. Formado en los colegios de la Compañía de Jesús, entre Coimbra y Lisboa, se doctoró en Cánones en julio de 1604 y desde entonces su carrera fue meteórica: cuatro años más tarde, se convirtió en miembro del Tribunal del Santo Oficio; en agosto de 1608, el inquisidor general, Pedro de Castillo, le nombró diputado del Tribunal de Lisboa y de aquí pasó a ser inquisidor de la Mesa de Lisboa en 1615; este último año pasó a ser nombrado Obispo de Portalegre, un cargo que desempeñó hasta el 14 de abril de 1619, fecha de su nombramiento como nuevo Obispo de Oporto. Más tarde, el 27 de enero de 1627 el papa Urbano VIII le nombró nuevo arzobispo de Braga, cargo que ocupó hasta el 3 de diciembre de 1635, momento en el que el papa volvió a acordarse de él para convertirle en arzobispo de Lisboa (1635-1643), a pesar de que siempre había defendido la primacía de Braga sobre la capital lusitana.

Fue durante su mandato en la iglesia bracarense cuando escribió y publicó las dos partes de la História eclesiástica dos arcebispos de Braga, ambas por Manoel Cardozo en la ciudad de Braga (1634-1635), y de ambas la Biblioteca de Castilla-La Mancha conserva, al menos, un ejemplar. En el caso particular de la segunda parte que aquí se expone, solo se conocen cuatro ejemplares en todo el mundo. En cuanto a su contenido, en esta obra se recoge toda una recopilación de los principales santos y varones que dieron lustre al arzobispado bracarense, si bien es cierto que antes hace un recorrido histórico desde los orígenes de la ciudad hasta su tiempo.

La labor cultural de D. Rodrigo da Cunha fue sobresaliente en su época y, gracias a la correspondencia que mantuvo con Francisco de Portugal, comendador de la Fronteira, sabemos que tuvo una importante actividad intelectual en distintos círculos eruditos de Braga, Oporto, Lisboa y Madrid. Fue lector y amigo de poetas, conocía muy bien la obra de Francisco Sá de Miranda, y mantuvo amistad con Bernardo Roiz, así como con Fernão Correia de Lacerda. De igual modo, un bueno número de ediciones camonianas le fueron dedicadas en las primeras décadas del siglo XVII, como hemos dicho, convirtiéndose en uno de los mecenas literarios más relevantes de este momento. En los últimos años se ha puesto en valor, además, su labor de mecenazgo para con Lope de Vega, quien se refirió a él en varias ocasiones con palabras muy elogiosas: «dulce Mecenas de mi rude Urania», «tú solo de mis Musas Apolo», «tú siempre mi Mecenas», «tú, que la mayor circunferencia/ llenas de humanas letras y divinas», o «Pastor…que el cayado mayor de Luso empuña». Adjetivos todos ellos que nos hablan de la relación tan cercana que debieron mantener ambos personajes, probablemente en la ciudad de Madrid. En este sentido, cabe señalar que en la novela pastoril titulada Desenganos de Flerício (1640), del bracarense Felício de Araújo, descubierta recientemente al público por Aurelio Vargas Díaz-Toledo, el autor la dedica a Rodrigo da Cunha, el «maior Mecenas» de su tiempo.

Por último, cabe mencionar la extraordinaria biblioteca que sus contemporáneos decían que poseía. Una biblioteca que se vio enriquecida por la compra de los libros que habían pertenecido a D. Pedro de Castillo, obispo de Leiría, inquisidor mayor y virrey de Portugal, según nos informa el erudito D. Vicente Nogueira, descontento por no haber sido él el poseedor de tan rico tesoro bibliográfico.

 

1-4383.jpg
  1. Rodrigo da Cunha e Silva

Explicação dos jubileos do anno de 1619 e de 1621

Porto, Com todas as licenças necessárias, João Rodrigues, impressor, 1622

 

Ejemplar expuesto:

Toledo, Biblioteca de Castilla-La Mancha: 1-4383

 

Otros testimonios:

Chicago, Newberry Library: Greenlee; 4552; C97; 1622.

Coimbra, Biblioteca Geral da Universidade: 2-17-17-11; J.F.-44-2-21 c.2; . 

Elvas, Biblioteca Municipal.

Lisboa, Ajuda: 2-III-34 (BA).

Lisboa, Biblioteca Nacional: R. 23933P; R. 36056P; RES. 5753P.

Londres, British Library: 1609/6209.

Oporto, Biblioteca Pública Municipal: RES-XVII-a-83. 

Rio de Janeiro, Biblioteca Nacional: 58b, 3, 18.

Roma, Biblioteca Apostolica Vaticana: Stamp.Barb.V.XV.1.

Salamanca, Biblioteca Universitaria: BG/19743.

 

 

Una vez nombrado obispo de Oporto el 14 de abril de 1619, D. Rodrigo da Cunha comenzó su carrera como escritor con obras, eminentemente, de carácter historiográfico, y más concretamente sobre temas eclesiásticos. Una de las primeras que escribió fue esta Explicação dos jubileos do anno de 1619 e de 1621, que ampliaba las Advertencias ao jubileu do anno de mil e seiscentos e vinte, que ya había publicado dos años antes en Coimbra (Nicolao Carvalho, impressor da Universidade), en 1620.

Se trata de un libro escrito con un motivo doble: por un lado, el jubileo publicado por el papa Paulo V el 13 de enero de 1619 por las necesidades de Alemania, y, por otro, el jubileo concedido por su sucesor, el papa Gregorio XV en enero de 1621, nada más empezar su pontificado.

Con estas explicaciones en portugués de los textos originales latinos, D. Rodrigo da Cunha pretendía que los menos doctos pudiesen conocer los detalles relativos al jubileo, ya que no se había podido difundir por todas las diócesis como consecuencia de la falta de ejemplares. De este modo, procedía a detallar punto por punto las gracias que el Papa concedía, las causas que le habían llevado a conceder estos jubileos, las obras que los cristianos debían hacer para conseguir el perdón, los días de ayuno, las limosnas que habían de dar o las procesiones a las que tenían que asistir para alcanzar el jubileo.

Recuérdese que el Jubileo o Año Santo es una celebración de la iglesia católica que consistía en conceder un año de gracia del Señor, tal como aparecía escrito en el Libro de Isaías (61, 1-2): «El Espíritu del Señor, Dios, está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para curar los corazones desgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad; para proclamar un año de gracia del Señor».

  1. Rodrigo da Cunha dirigió el libro a D. Diogo da Silva (1564-1630), marqués de Alenquer, duque de Francavilla, del Consejo de Estado, Capitán General de Portugal desde 1617, e hijo de Ruy Gómez de Silva y Ana de Mendoza de la Cerda, príncipes de Éboli. Este noble madrileño, que también fue conde de Salinas, tuvo fama de buen poeta entre sus contemporáneos, tal y como ha estudiado el hispanista británico Trevor J. Dadson, recientemente fallecido.

Esta obra, de la que se conserva en la actualidad un total de veinte ejemplares, fue traducida al francés por el padre jesuita Paulo de Santo Hilário y al latín por los maestros del Colégio de Santo Antão de Lisboa.

 

19020.1.jpg
  1. Bernardo de Brito

Segunda parte da Monarchia Lusytana

Lisboa, no Mosteiro de São Bernardo, por Pedro Craesbeeck, 1609

 

Ejemplar expuesto:

Biblioteca de Castilla-La Mancha, Toledo: 19020

 

Otros testimonios:

Lisboa, Ajuda: 15-x-25 (BA).

Lisboa, Biblioteca Nacional: RES. 777 V.; RES. 1271 V.; RES. 2869 V.

Madrid, Biblioteca Nacional: 5/7747 (2); 5/3238 (2).

Roma, Biblioteca Apostólica Vaticana: Stamp. Barb. S.III.19.

Sevilla, Biblioteca de la Universidad: A Res06/3/02.

 

 

Fr. Bernardo de Brito (1569-1617) es el autor de la primera y la segunda partes de una amplia obra titulada Monarquia Lusitana, de la que posteriormente aparecieron una tercera y una cuarta partes en 1632 por obra de Fr. António Brandão, y una quinta y una sexta partes, en 1650 y 1672, por parte de Fr. Francisco Brandão. Estos autores, que plasman sus textos desde el monasterio de Alcobaça, alternan momentos de profundo rigor historiográfico –en la tercera y cuarta partes– con episodios más cercanos a la recreación hagiográfica o novelesca de los hechos narrados, influenciados por los libros de caballerías, especialmente en el caso de Bernardo de Brito.

El autor, monje de la orden de San Bernardo y cronista mayor del reino, escribe esta segunda parte partiendo del nacimiento de Jesucristo –y de todo lo que sucedió en la provincia romana de Lusitania en aquella época- hasta la llegada al trono del conde D. Henrique (1098). Al margen del texto se encuentran las referencias bibliográficas puntuales –también impresas- sobre las que Brito basa su obra, y algunas anotaciones manuscritas en español.

Esta primera versión de la obra, de 1609, está dedicada al rey Felipe III de España y II de Portugal, Emperador del nuevo Mundo. Los censores encargados de otorgar el imprimatur a la edición acogen con entusiasmo la obra, que contribuye, en sus palabras «al provecho y al bien común de este reino».

            Sin embargo, hay otra copia, de 1690, posterior a la recuperación de la soberanía nacional por parte de Portugal, y está dedicada al «muito alto e muito poderoso» rey portugués D. Pedro II. Las portadas de las dos impresiones son diferentes, pero no así el contenido que escribió su autor. En la edición de 1690, los censores aplauden a su autor con más énfasis, si cabe, y le definen como un historiador que «mostra muita lição, saber, curiosidade, e trabalho, e grande zelo da honra, e nome Portuguez, e dezejo de eternizar na memoria de todos, o que della de todos estava esquecido».

 

Res.961.1.jpg
  1. Lope de Vega

Laurel de Apolo, con otras rimas

Madrid, Con Privilegio, Juan Gonçalez, 1630

 

Ejemplar expuesto:

Toledo, Biblioteca de Castilla-La Mancha: Res. 961

 

Otros testimonios:

Barcelona, Biblioteca de Catalunya: Reserva R(8)-8-278.

Évora, Biblioteca Pública: Novos Reservados 1691.

Grenoble, Bibliothèques municipales: F.7208 CGA.

Lisboa, Ajuda: 62-III-3.

Lisboa, Biblioteca Nacional: L. 2228 V.

Londres, British Library: 11451.e.36; 11451.d.34.

Madrid, Biblioteca Nacional: R/11398; R/177; R/14177(1); R/12604; R/1704; R/2661.

Madrid, Palacio de Liria: Ficha 5509, fichero 4600-5700.

Mafra, Palácio Nacional: XXIV-5-19.

Munich: Bayerische Staatsbibliothek: 4 P.o.hisp. 70.

Nápoles, Biblioteca Nazionale Vittorio Emmanuele III: XXVI.C.79.

Nueva York, Public Library: *KB 1630.

París, Bibliothèque Nationale de France: Yg-92.

Rio de Janeiro, Biblioteca Nacional: 57c, 2, 17.

Roma, Biblioteca Apostolica Vaticana: Stamp.Barb.KKK.IV.2; Stamp.Barb.KKK.VII.10.

Versalles, Bibliothèque municipale: Morel Fatio D-168. 

 

 

Este Laurel de Apolo de Lope de Vega, del que conservamos más de noventa ejemplares, salió al mercado a primeros de 1630 de la mano del impresor Juan González, junto a La selva sin amor y otros poemas líricos. El autor, que presume en la portada de pertenecer a la Orden de Malta, a la que había ingresado en 1627 –probablemente, a instancias del papa Urbano VIII-, dirigió su obra a D. Juan Alfonso Enríquez de Cabrera, Almirante de Castilla y mayordomo mayor de Felipe IV.

            En la silva tercera de esta obra el Fénix de los Ingenios hace una encendida alabanza hacia el príncipe de los poetas portugueses, a quien considera un clásico no solo por la epopeya lusitana, sino también por su bella obra poética: «Llegando, pues, la Fama/ a la mayor ciudad que España aclama,/ por justas causas despertar no quiso/ -y fue discreto aviso-/ al gran Sá de Miranda,/ que le deje Melpómene le manda,/ y al divino Camões/ en indianos aloes/ que riega el Ganges y produce Hidaspes,/ durmiendo en bronce, pórfidos y jaspes/ (fortuna extraña que al ingenio aplico/ la vida pobre y el sepulcro rico);/ porque si despertaran/ y a las cortes parnásides llevaran,/ docto Corte Real, tu nombre solo,/ aun no quedara con el suyo Apolo:/ como lo muestran hoy vuestras Luisiadas/ postrando Eneidas y venciendo Iliadas./ ¡Qué triste suerte, qué notables penas,/ acabada la vida hallar Mecenas/ Mas no por eso puede/ dejar de ser gloriosa vuestra fama,/ si bien, claro Luis, la tuya excede/ por cuanta luz derrama/ el farol didimeo,/ y más cuando te veo/ bañar pluma de Fénix tinta de oro,/ diciendo con decoro/ y majestad sonora/ por la lealtad, que nunca el tiempo olvida:/ que mais anos servira, se naon fora/ para tan largo amor tan curta a vida».

Los dos versos finales corresponden al soneto camoniano «Sete anos de pastor Jacó servia», que aparece en sus Rimas (Lisboa, Manoel de Lira, 1595). Unos versos que Lope de Vega había utilizado anteriormente para la epístola octava de su Filomena («El jardín de Lope de Vega», IV, 265, vv. 282-282), aunque con algunas pequeñas variantes. Este poema de Camões gozó de varias imitaciones por parte de ilustres escritores, como, por ejemplo, la de Miguel Leitão de Andrade, António Barbosa Bacelar, Francisco Manoel de Melo o el mismo Francisco de Quevedo.

Además de a Camões, Lope de Vega elogia en esta obra a otros muchos poetas portugueses, lo que demuestra un amplio conocimiento de la literatura que se hacía en el reino de Portugal. Diogo Bernardes, Bernarda Ferreira de Lacerda, Manuel de Galhegos, Jorge de Montemor, Vicente Nogueira o Francisco Rodrigues Lobo son algunos de los ingenios portugueses que incluye en la silva tercera, algunos de ellos destacados como figuras literarias y relacionados con las ciudades en que desembocan. Así, por ejemplo, Oporto con el río Duero, Coimbra con el río Mondego y, finalmente, Lisboa con el río Tajo.

Un dato menos conocido de Lope de Vega es que tuvo como mecenas al obispo D. Rodrigo da Cunha, el mismo que financió y apoyó varias ediciones camonianas de principios del siglo XVII. De hecho, se cree que el portugués acogió a Lope entre 1622 y 1630, como así lo pone de manifiesto la Decimaoctava parte de las comedias (1623, pero con la tasa de 1622), en donde se incluía El divino africano, que está dedicada a Cunha, obispo de Oporto; o la Isagoge a los reales estudios de la Compañía de Jesús, poema en donde Lope celebraba la inauguración de los Reales Estudios de la Compañía en Madrid, a pesar de la oposición de las universidades de Alcalá o de Salamanca, y que iba precedida de una dedicatoria a Cunha: «Tú, Rodrigo ilustrísimo, tú solo/ de mis musas Apolo,/ primero archimandrita lusitano,/ oye mis versos con semblante humano,/ pues tantas veces a mi Lira atento/ humillaste tu clero entendimiento,/ honrando de mi pluma la bajeza/ La dignidad real de tu grandeza,/ que a ti se debe por tan altas partes/ este compendio de admirables artes./ Tú, honor de los Acuñas, tú la gloria/ de aquel blasón que, a la inmortal memoria/ de letras y armas dio tantos Laureles,/ inspírame el espíritu que sueles;/ tú siempre mi Mecenas/ a rústicas avenas,/ ahora al grave asunto,/ en cuyo inmenso circulo de ciencia/ será mi ingenio indivisible punto/ si tú, que la mayor circunferencia,/ llenas de humanas letras y divinas,/ admites impresiones peregrinas».

En lo que al Laurel de Apolo se refiere, Lope de Vega le concedió al entonces arzobispo de Braga un lugar eminente entre los escritores lusitanos de su tiempo coronados por el dios Apolo. Recuérdese, por ejemplo, lo que se dice en la silva tercera (vv. 50-57): Dejando a Marte,/ mira la Fama de Minerva el arte,/ con tu nombre, ilustríssimo Rodrigo,/ primero archipastor de Lusitania,/ real Acuña, cuyos rayos sigo,/ dulce Mecenas de mi rude Urania,/ sin Amadores, sin Osorios, fuera/ tu ingenio sol y Portugal su esfera.

 

9119.1.jpg
  1. Miguel de Cervantes Saavedra

Vida y hechos del ingenioso cavallero don Quixote de la Mancha

Barcelona, en la imprenta administrada por Martín Gelabert, delante de la Retoría de N. S. del Pino, 1704

 

Ejemplar expuesto:

Toledo, Biblioteca de Castilla-La Mancha: 9119

 

Otros testimonios:

Barcelona, Biblioteca de Catalunya: Cerv 7-III-3.

Madrid, Biblioteca Nacional: Cerv. 2591; R. 32185.

 

 

Se trata de una edición en 8º que recoge las dos partes de la obra en un único volumen de 690 páginas a doble columna, con seis folios preliminares más otros tres sin paginar que incluyen la tabla de capítulos. Como se puede ver aquí, el ejemplar de Toledo –y los dos de Madrid- presenta la portada a dos tintas, roja y negra, mientras que el de Barcelona solo tiene uso de tinta negra. Además, este último tiene un pie de imprenta más extenso en donde se recoge el nombre del librero: «A costa de Raymundo Bons, mercader de libros:/ vendense en su casa». El libro se imprimió en la ciudad de Barcelona por el impresor catalán Martin Gelabert, administrador de la imprenta Matevat desde 1677 hasta su muerte, que tuvo lugar después de 1705.

En cuanto a la calidad de la impresión y al papel, no son muy buenas. En lo que a la filiación del Quijote se refiere, Leopoldo Rius lo vinculó con la edición de Bruselas, de 1662, si bien es cierto que, en lugar de llamar libros, utilizó el término partes; así mismo, para toda la parte segunda los editores usaron «Quinta parte», ya que aparece a continuación de las anteriores, sin incluir ni la portada, ni la dedicatoria, ni ningún otro preliminar.

No obstante, un estudio más pormenorizado del investigador Gonzalo Pontón trajo a la luz nuevos datos sobre este Quijote de 1704, haciéndola heredera directa de la primera edición completa del Quijote, es decir, la impresa en dos tomos en 8º, en la ciudad condal, en 1617, que tiene la particularidad de que la primera parte la costeó el taller de Bautista Sorita, que utilizó, a su vez, un ejemplar de Valencia 1605, mientras que la segunda fue elaborada por Sebastián Matevat, que tuvo como modelo la edición valenciana de 1616. Esto implica que Gelabert todavía debía contar en su imprenta con un ejemplar de la edición de 1617, que le habría servido de modelo para su edición de 1704. Para los preliminares parece ser que usó un ejemplar de la edición de Bruselas de 1671, la cual dividía las dos partes en un solo volumen.

El presente ejemplar de la Biblioteca de Castilla-La Mancha tiene un ex-libris de un tal «Miguel Montalbo», de cuya identidad nada ha trascendido.

Como es bien conocido, Miguel de Cervantes sintió una gran predilección hacia la poesía de Luís de Camões, de quien dejó elogiosas palabras, por ejemplo, en la segunda parte del Quijote, concretamente en el capítulo 58, por boca de una zagala con la que se encuentran don Quijote y Sancho Panza camino de Zaragoza:

           

«En una aldea que está hasta dos leguas de aquí, donde hay mucha gente principal y muchos hidalgos y ricos, entre muchos amigos y parientes se concertó que con sus hijos, mujeres y hijas, vecinos, amigos y parientes nos viniésemos a holgar a este sitio, que es uno de los más agradables de todos estos contornos, formando entre todos una nueva y pastoril Arcadia, vistiéndonos las doncellas de zagalas y los mancebos de pastores. Traemos estudiadas dos églogas, una del famoso poeta Garcilaso, y otra del excelentísimo Camões en su misma lengua portuguesa, las cuales hasta agora no hemos representado. Ayer fue el primero día que aquí llegamos; tenemos entre estos ramos plantadas algunas tiendas, que dicen se llaman «de campaña», en el margen de un abundoso arroyo que todos estos prados fertiliza; tendimos la noche pasada estas redes de estos árboles, para engañar los simples pajarillos que, ojeados con nuestro ruido, vinieren a dar en ellas. Si gustáis, señor, de ser nuestro huésped, seréis agasajado liberal y cortésmente, porque por agora en este sitio no ha de entrar la pesadumbre ni la melancolía». (Quijote, II, 58).

 

Aparte de Camões, la presencia de lo portugués en la vida y obra de Miguel de Cervantes fue una constante a lo largo de su vida. Recuérdese, por ejemplo, la descripción tan detallista que hace de la ciudad de Lisboa, a pesar de que no sabemos a ciencia cierta si su conocimiento fue por haber estado allí in situ o si, por el contrario, fue a raíz de su cultura libresca y de la olisipografía tan extensa del siglo XVI. Además, hay que recordar a algunos de sus compañeros de cautiverio portugueses, como Antonio de Sousa o Manuel de Sousa Coutinho, que le ayudaron en momentos determinados de su vida, o sus compañeros de trabajo, como Simão Freire de Lima, que por su culpa se vio con sus huesos en la cárcel durante unos días, o, finalmente, sus amigos en la corte vallisoletana, como Simão Mendes, que, al parecer, andaba amancebado con su hija Isabel de Saavedra. Por último, cabría mencionar las alusiones que aparecen diseminadas a lo largo de toda su obra de autores lusitanos, como Jorge de Montemayor, Francisco Sá de Miranda, Francisco Rodrigues Lobo o Fernando Correia de Lacerda, lo que demuestra, una vez más, el enorme conocimiento que tenía de todo lo lusitano.

 

   La influencia posterior de Camões en la cultura hispánica fue tan relevante como la que pudo darse con respecto a Cervantes. Los Lusíadas se convirtieron casi de inmediato en un libro clásico que todos imitaban y citaban, pero lo que es más importante es que, al dar sentido mítico a la historia nacional de Portugal a través de este texto, Camões y su obra se transformaron para la comunidad lusitana en modelos míticos. Debido a ello, Los Lusíadas se identifican con un pueblo entero: el pueblo lusitano.

   La música, la pintura, la poesía y las artes en general van a dejar sentir la presencia camoniana de una u otra manera no solo en España, sino también en Francia, Italia, Inglaterra o Alemania. En este sentido, en lo que a la Península respecta, hemos incorporado, por ejemplo, varios textos épicos que no sirven para ilustrar este bloque. Uno de ellos pertenece a Francisco de Sá e Meneses, la Malaca conquistada (1634), que, además de ser deudora de la epopeya camoniana, respira también la influencia de un Torquato Tasso o un Alonso de Ercilla. El otro corresponde a la Jerusalén conquistada, de Lope de Vega, en cuyo prólogo se elogia la obra épica camoniana y, en cierto sentido, se toma también como modelo a imitar. De igual modo, como muestra del influyo poético de la lirica camoniana hemos seleccionado las Várias Rimas ao bom Jesus, de Diogo Bernardes, una especie de cancionero espiritual que, aunque no sea el de mayor presencia de imágenes camonianas del autor, sí que plasma continuas idas y venidas hacia el mayor poeta portugués de todos los tiempos, dejando al margen esa leyenda que se creó en torno a él sobre la posibilidad de que hubiera usurpado la autoría de lagunos poemas de Camões. El monje Bernardo de Brito, cronista mayor del reino, figura aquí porque su Monarquía Lusitania representa un claro ejemplo del proceso de mitologización de esa Lusitania romana que estaría en el origen del pueblo portugués y cuya historia había que reivindicar en un períodod de dominio de la monarquía dual. Por su parte, los libros de Manoel da Veiga y de António de Gouvea remiten a las tierras lejanas de Etiopía y de la India Oriental, que tanta influencia tuvieron en el imaginario de los viajeros medievales, pero también de los siglos XVI y XVII. Asimismo, el Roteiro das navegaçoens da Índia Oriental, de António de Maris Carneiro, ayuda a comprender la manera que tenían los navegantes para surcar los mares y alcanzar tierras tan lejanas como la India, con los peligros que todo ello conllevaba.

   En lo que al ámbito castellano se refiere, la difusión de la obra camoniana viene favorecida, no solo por las traducciones que se llevan a cabo de Los Lusíadas, sino también por la Unión Dinástica a partir de las Cortes de Tomar, de 1581, cuando Felipe II es aclamado nuevo rey de Portugal tras la muerte sin descendencia de D. Sebastião en la batalla de Alcazarquibir, el 4 de agosto de 1578. Aunque ya había un intercambio muy fluido de obras y de ciudadanos entre ambos territorios, con una movilidad de intelectuales entre las principales universidades de Lisboa, Coimbra, Évora, Alcalá de Henares y Salamanca, este hecho político contribuye notablemente a que muchos autores portugeses se asienten en la corte madrileña y escriban su obra tanto en castellano como en portugués. Una circunstancia esta que incide también sobre un hecho capital de la cultura portuguesa, como es el del tradicional bilingüismo de los escritores de este país, que hunde sus raíces en la Edad Media, especialmente gracias a la política matrimonial entre Castilla y Portugal.

   Este bloque concluye con una edición menos conocida del Quijote, de 1704, que sirve para ilustrar cómo Miguel de Cervantes - y por extensión, también Lope de Vega- está totalmente familiarizado no solo con la obra de Camões, sino también con la cultura portuguesa en general, en cuyo bagage caben autores como Jorge de Montemayor, Francisco Sá de Miranda o Francisco Rodrigues Lobo. Además de tener un conocimiento muy amplio de la ciudad de Lisboa, los portugueses están muy presentes en la vida de Cervantes tanto en su etapa de cautiverio en Argel, como en su trayectoria biográfica posterior.