Influencia de Camões en la cultura hispánica
La influencia posterior de Camões en la cultura hispánica fue tan relevante como la que pudo darse con respecto a Cervantes. Los Lusíadas se convirtieron casi de inmediato en un libro clásico que todos imitaban y citaban, pero lo que es más importante es que, al dar sentido mítico a la historia nacional de Portugal a través de este texto, Camões y su obra se transformaron para la comunidad lusitana en modelos míticos. Debido a ello, Los Lusíadas se identifican con un pueblo entero: el pueblo lusitano.
La música, la pintura, la poesía y las artes en general van a dejar sentir la presencia camoniana de una u otra manera no solo en España, sino también en Francia, Italia, Inglaterra o Alemania. En este sentido, en lo que a la Península respecta, hemos incorporado, por ejemplo, varios textos épicos que no sirven para ilustrar este bloque. Uno de ellos pertenece a Francisco de Sá e Meneses, la Malaca conquistada (1634), que, además de ser deudora de la epopeya camoniana, respira también la influencia de un Torquato Tasso o un Alonso de Ercilla. El otro corresponde a la Jerusalén conquistada, de Lope de Vega, en cuyo prólogo se elogia la obra épica camoniana y, en cierto sentido, se toma también como modelo a imitar. De igual modo, como muestra del influyo poético de la lirica camoniana hemos seleccionado las Várias Rimas ao bom Jesus, de Diogo Bernardes, una especie de cancionero espiritual que, aunque no sea el de mayor presencia de imágenes camonianas del autor, sí que plasma continuas idas y venidas hacia el mayor poeta portugués de todos los tiempos, dejando al margen esa leyenda que se creó en torno a él sobre la posibilidad de que hubiera usurpado la autoría de lagunos poemas de Camões. El monje Bernardo de Brito, cronista mayor del reino, figura aquí porque su Monarquía Lusitania representa un claro ejemplo del proceso de mitologización de esa Lusitania romana que estaría en el origen del pueblo portugués y cuya historia había que reivindicar en un períodod de dominio de la monarquía dual. Por su parte, los libros de Manoel da Veiga y de António de Gouvea remiten a las tierras lejanas de Etiopía y de la India Oriental, que tanta influencia tuvieron en el imaginario de los viajeros medievales, pero también de los siglos XVI y XVII. Asimismo, el Roteiro das navegaçoens da Índia Oriental, de António de Maris Carneiro, ayuda a comprender la manera que tenían los navegantes para surcar los mares y alcanzar tierras tan lejanas como la India, con los peligros que todo ello conllevaba.
En lo que al ámbito castellano se refiere, la difusión de la obra camoniana viene favorecida, no solo por las traducciones que se llevan a cabo de Los Lusíadas, sino también por la Unión Dinástica a partir de las Cortes de Tomar, de 1581, cuando Felipe II es aclamado nuevo rey de Portugal tras la muerte sin descendencia de D. Sebastião en la batalla de Alcazarquibir, el 4 de agosto de 1578. Aunque ya había un intercambio muy fluido de obras y de ciudadanos entre ambos territorios, con una movilidad de intelectuales entre las principales universidades de Lisboa, Coimbra, Évora, Alcalá de Henares y Salamanca, este hecho político contribuye notablemente a que muchos autores portugeses se asienten en la corte madrileña y escriban su obra tanto en castellano como en portugués. Una circunstancia esta que incide también sobre un hecho capital de la cultura portuguesa, como es el del tradicional bilingüismo de los escritores de este país, que hunde sus raíces en la Edad Media, especialmente gracias a la política matrimonial entre Castilla y Portugal.
Este bloque concluye con una edición menos conocida del Quijote, de 1704, que sirve para ilustrar cómo Miguel de Cervantes - y por extensión, también Lope de Vega- está totalmente familiarizado no solo con la obra de Camões, sino también con la cultura portuguesa en general, en cuyo bagage caben autores como Jorge de Montemayor, Francisco Sá de Miranda o Francisco Rodrigues Lobo. Además de tener un conocimiento muy amplio de la ciudad de Lisboa, los portugueses están muy presentes en la vida de Cervantes tanto en su etapa de cautiverio en Argel, como en su trayectoria biográfica posterior.