Tinta, papel y metal. Los primeros 100 años de la imprenta en España

 A mediados del siglo XV un nuevo descubrimiento vino a revolucionar la historia de la cultura occidental. Aproximadamente hacia 1456 apareció en Maguncia (Alemania) el texto de una Biblia que no había sido copiado durante años en ningún scriptorium, sino que había salido de un taller de imprenta gracias al empeño y a los conocimientos técnicos de Johannes Gutenberg. La imprenta supuso una innovación tecnológica que permitió la producción de libros en masa y se basaba en la impresión de texto en papel mediante la transferencia de tinta por medio de caracteres móviles de metal.

El invento pasó de Alemania a otros países europeos y precisamente en 2022 se cumplen 550 años de la aparición del primer libro impreso en España. El Sinodal de Aguilafuente vio la luz en la ciudad de Segovia gracias a Juan Párix de Heidelberg por encargo del obispo Juan Arias Dávila. A partir de esa fecha, la imprenta se extendió rápidamente a otras ciudades en las que podría haber un negocio seguro.

En la Biblioteca de Castilla-La Mancha queremos celebrar este acontecimiento con una exposición bibliográfica que hace un recorrido por los primeros cien años de la imprenta en nuestro país con ejemplares conservados en la Colección Borbón-Lorenzana. La muestra quiere poner de relieve las primeras ciudades que tuvieron el privilegio de contar con este revolucionario invento, ciudades que en ese momento eran florecientes y con un rico comercio, y los maestros que estuvieron al frente de estos primeros talleres, maestros que, en los inicios eran mayoritariamente alemanes, originarios del país de Gutenberg, aunque a ellos se unieron impresores locales que también aprendieron el oficio y abrieron sus propias empresas.

La exposición se divide en dos partes: en la primera se pueden contemplar ejemplares salidos de los primeros talleres que se establecieron en España a finales del siglo XV, la época de la imprenta incunable, mientras que la segunda parte presenta una selección de obras impresas en el siglo XVI en las ciudades más prósperas del país.

Se cree que la obra Elegantiolae, de Agostino Dati, se publicó alrededor de 1473 o 1474, por lo que se trataría del primer libro impreso en España que se conserva en la Biblioteca de Castilla-La Mancha. Fue en Valencia, en el taller de Lambert Palmart, quien algunos autores todavía consideran el impresor del primer incunable español. De él conservamos otros ejemplares aquí expuestos. En Salamanca destacaron dos talleres en los que las obras del humanista sevillano Antonio de Nebrija ocuparon lugar preeminente. De una de ellas, Introductiones latinae en su edición de 1482, se conserva un único ejemplar en el mundo y puede verse en esta exposición. Los primeros años de la imprenta sevillana trajeron la noticia del primer incunable ilustrado español, la obra Fasciculus temporum, mientras que Toledo también fue una de estas ciudades privilegiadas con la presencia de los tipógrafos Juan Vázquez y Pedro Hagenbach, destacando el Misal Mozárabe de Cisneros, que pretendía conservar la liturgia hispano-mozárabe. Otras ciudades de las que se conservan impresos incunables son Burgos, Pamplona y Zaragoza.

En cuanto al siglo XVI, en Sevilla destaca la familia Cromberger con trabajos de gran calidad como La crónica troyana de Juan Cromberger. En Salamanca los impresores dedicaron sus esfuerzos, sobre todo, a sacar material de estudio para su prestigiosa universidad, y en Zaragoza el taller de Jorge Coci es de gran importancia con obras como Las quatorze decadas de Tito Liuio, profusamente ilustrada con espectaculares grabados en madera.

En Burgos continúa su actividad Fadrique Biel de Basilea de quien conservamos la Cronica del famoso cavallero Cid Ruy Diez Campeador. También destaca en esta ciudad Martín de Vitoria, que imprimió el Tractado de las drogas y medicinas de las Indias Orientales, de Cristóbal Acosta, con bellos grabados xilográficos de temática botánica.

En Toledo la actividad impresora declina a causa, especialmente, del traslado de la capitalidad a Madrid. No obstante, trabajan en nuestra ciudad impresores como Juan de Villaquirán, de quien exponemos Utilissima et compendiosa expositio sacri canonis misse, y durante un breve periodo de tiempo Arnao Guillén de Brocar, que mantenía su taller principal en Alcalá de Henares.

Precisamente, en lugar destacado se muestra la Biblia Políglota, impresa en Alcalá de Henares por el mismo Arnao Guillén de Brocar. Es la gran empresa editorial del siglo XVI y fue impulsada por el Cardenal Cisneros, cuyo propósito era sacar a la luz unas sagradas escrituras impresas en varias lenguas. El resultado es una espectacular obra en 6 volúmenes, de los que se muestra el primero de ellos. Acompañando a tan magno trabajo, se encuentra la Biblia regia, que realizó Cristóbal Plantino en Amberes ante la escasez de ejemplares de la Biblia Políglota. Los volúmenes que se conservan en la Biblioteca de Castilla-La Mancha están impresos en vitela y pertenecieron al infante Luis Antonio de Borbón.

Más de 60 ejemplares componen esta exposición, entre incunables e impresos del siglo XVI, todos conservados en la Biblioteca de Castilla-La Mancha. Con ellos queremos rendir homenaje a los primeros maestros que abrieron talleres de imprenta en nuestro país y que hicieron posible la difusión de las ideas y la alfabetización de clases sociales que hasta entonces no habían tenido acceso al conocimiento. Estos pioneros de la imprenta consiguieron, con tinta, papel y metal, revolucionar la historia de la humanidad.

Créditos

Biblioteca de Castilla-La Mancha