Siglo XV. Valencia. Los primeros incunables españoles en la Biblioteca de Castilla-La Mancha
Después de que Johannes Gutenberg utilizara por primera vez una imprenta de tipos móviles de metal en 1456 para sacar a la luz la Biblia, conocida por el nombre de Biblia de 42 líneas o Biblia de Mazarino, el invento se propagó desde Alemania a toda Europa. Los impresores alemanes probaban fortuna por Italia, Francia, Holanda… con esta nueva empresa comercial.
Por su situación periférica, la imprenta llegó a España con cierto retraso en relación a otros países. Hoy en día se considera que el primer libro impreso en la península ibérica fue el Sinodal de Aguilafuente, cuya impresión tuvo lugar en Segovia en 1472 por Juan Parix de Heidelberg a petición del obispo Juan Arias Dávila. Desde allí, la imprenta se extendió a las ciudades españolas con mayor desarrollo económico.
Una de las primeras ciudades en contar con imprenta fue Valencia, donde Lambert Palmart, nacido en Colonia, estableció su taller. En él, editó alrededor de 1473 la obra Elegantiolae, de Agostino Dati, el incunable español más antiguo conservado en la Biblioteca de Castilla-La Mancha. Del mismo taller salió en 1475 la obra Comprehensorium, vel Vocabularius ex aliis collectus, de Johannes Grammaticus, y algo más tarde, en 1482, Cosmographia, sive De situ orbis, de Pomponio Mela, el único ejemplar que se conserva en la Biblioteca con el nombre de este impresor.
Nicolas Spindeler ya había trabajado en otras ciudades españolas, sobre todo en Barcelona y Tarragona, antes de establecerse en Valencia, donde imprimió nueve obras. En la Colección Borbón-Lorenzana se conserva una de ellas: el tratado farmacológico Antidotarium clarificatum, del valenciano Arnau de Vilanova, impreso en 1495, del cual solo se conoce la existencia de otros dos ejemplares en todo el mundo.