Siglo XVI. Sevilla. Los poderosos Cromberger.
El siglo XVI supuso para Sevilla su etapa más floreciente: se construyeron edificios tan emblemáticos como la Catedral, la Giralda, la Lonja y el Ayuntamiento; la Universidad comenzó su andadura gracias a una bula del Papa Julio II, y su puerto se consolidó como punto de confluencia de las rutas comerciales y de pasajeros.
Las imprentas siguieron siendo un negocio lucrativo en una ciudad en la que continuaban talleres como el de Estanislao Polono, quien trabajó todavía durante los primeros años del siglo XVI.
Aquí mostramos la obra Manual de doctrina necessaria al visitador y alos clérigos (1502), que aún mantiene las características propias de la imprenta incunable.
En la primera mitad del siglo, se estableció una familia que prácticamente monopolizaría el mercado del libro sevillano: la dinastía Cromberger, que fue fundada por Jacobo Cromberger, llegado desde Alemania a Sevilla para trabajar en los talleres de Meinardo Ungut y Estanislao Polono. Al fallecer Ungut, Jacobo se casó con su viuda, Comincia de Blanques, y quedó al frente de la imprenta cuando se separó de Polono. Entre las numerosas obras que imprimió está Prouerbios de Seneca (1512), donde se puede admirar la calidad de su labor tipográfica. Además de impresor, fue también editor y librero. Su hijo Juan heredó el taller y, al igual que su padre, llevó a cabo una intensa producción. Juan Cromberger tiene el mérito de haber llevado la imprenta a América a través de su oficial Juan Pablos. Como ejemplo de sus trabajos, Juan imprimió La cronica troyana: en que se contiene la total y lamentable destruycion de la nombrada Troya, (1533) con esta magnífica portada en la que se representa a Dido y Eneas.
Sebastián Trujillo, otro sobresaliente tipógrafo de este siglo, es conocido por la edición de las obras de Bartolomé de las Casas, aunque también se encargó de la tirada del Libro del sabio e clarissimo fabulador Ysopo, hystoriado e annotado (1562), con una biografía del autor y un conjunto de deliciosos grabados xilográficos acompañando al texto de cada una de las fábulas.
Martín de Montesdoca, natural de Utrera, imprimió sobre todo obras religiosas y, en menor medida, filosóficas. Aquí mostramos Libro contra la ambicion y codicia desordenada de aqueste tiempo, llamado alabança de pobreza, de Bernardino de Riberol, impreso en 1556, obra por la que el autor tuvo problemas con la Inquisición.
Por último, del taller de Hernando Díaz salió en 1572 el Tractado de la cavalleria de la gineta, de Pedro Aguilar, cien años después del primer impreso español.