Biblioteca de Castilla-La Mancha

El arzobispo Francisco Antonio de Lorenzana (1722-1804)

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Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón nació en la ciudad de León en septiembre de 1722, motivo por el cual el año pasado se conmemoró el 300 Aniversario de su nacimiento.

Comenzó sus estudios con los jesuitas de León, pasando en 1733 a estudiar Gramática y Humanidades con los benedictinos de San Andrés de Espinareda en el Bierzo. Después fue colegial en las Universidades de Valladolid y Santa Catalina de Burgo de Osma, donde obtuvo el grado de bachiller en Leyes. Ya en 1748 Lorenzana se encuentra matriculado en Colegio de San Salvador de Salamanca, estudiando Leyes y Cánones. Terminó el grado universitario en 1749, licenciándose en ambos derechos en el Estudio General de Santo Tomás de Ávila.

Opositó en 1750 a canónigo de la Catedral de Sigüenza, tomando posesión del cargo en 1751, tras recibir las órdenes sacerdotales. En estos años tuvo contacto con los libros de la extraordinaria biblioteca de dicha Catedral. Se trasladó más tarde, en 1754, a la Catedral de Toledo como canónigo, por recomendación del Padre Rávago, confesor del rey Fernando VI, donde coincidió en estos años con el cardenal arzobispo D. Luis Antonio de Borbón. A los pocos meses es nombrado Vicario General y más tarde Abad de San Vicente de la Sierra y Deán del Cabildo.  

Por su buen hacer, Carlos III le propuso para ser obispo de Plasencia en 1765, cargo en el que permaneció menos de un año, pues en 1766 fue elegido arzobispo de México. Durante los seis años que permaneció en México llevó a cabo una importante labor pastoral, reestableciendo la disciplina eclesiástica para darle utilidad social, convocando el IV Concilio Provincial Mexicano, y mejorando las condiciones de los más necesitados. Allí comenzó su labor editorial publicando obras como la Historia de la Nueva España de Hernán Cortés aumentada con documentos y notas del propio Lorenzana, además de los tres primeros Concilios mexicanos.

En reconocimiento a la labor pastoral que llevó a cabo en la sede mexicana fue nombrado arzobispo de Toledo el 12 de marzo de 1772. Lorenzana llevó a cabo una intensa labor pastoral, erudita y de mecenazgo en la sede primada. Creó las Casas de Caridad de Toledo y Ciudad Real, el Hospital de Dementes (Nuncio Viejo), la Universidad de Toledo y mejoró el urbanismo de la ciudad en todos sus aspectos. A la vez, llevó a cabo una ingente tarea editorial relacionada con la Iglesia, como la edición renovada del Breviarium Gothicum y Missale Gothicum o la publicación de las obras de los padres de la Iglesia toledana. También desarrolló un interés por las antigüedades y la arqueología, relacionándose con personalidades de la talla del padre Enrique Florez, Francisco Pérez Bayer, el padre Burriel o Francisco de Santiago Palomares. Y culminó estos intereses culturales con la creación de la Biblioteca Arzobispal de Toledo que abrió sus puertas en 1773.

Tuteló a los hijos del infante D. Luis Antonio de Borbón tras el fallecimiento de este en 1785, siendo el infante D. Luis Maria, el futuro cardenal arzobispo de Toledo, tras la renuncia de Lorenzana en 1800.

En 1794 fue designado Inquisidor General y tres años más tarde, en 1797, el rey Carlos IV lo envió a Roma para consolar al papa Pío VI en plena invasión napoleónica, a instancias del primer ministro Manuel Godoy, que no tenía buenas relaciones con Lorenzana. Llegó a ser cardenal elector en el Cónclave de Venecia de 1799, renunciando al arzobispado de Toledo en 1800 por indicaciones llegadas desde Madrid, aunque oficialmente fue por motivos de salud. Durante su estancia en Roma siguió incrementando las colecciones para la Biblioteca, adquiriendo libros litúrgicos de la colección del cardenal Zelada y de la Capilla Sixtina, de manera que no pudieran caer en manos de las tropas de Napoleón que habían tomado la ciudad.

El destierro en tierras italianas duró hasta su fallecimiento en 1804. Fue enterrado en Roma y en 1956 sus restos fueron trasladados a la Catedral de México.