Biblioteca de Castilla-La Mancha

Servicios bibliotecarios: organización, catálogos y préstamos.

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6. Índice de la biblioteca de Lorenzana [Manuscrito]: Impresos. -- [ca. 1788].

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Este manuscrito es el “Índice de la Biblioteca Arzobispal de Toledo” que pudo ser redactado alrededor del año 1788, con modificaciones y añadidos en años posteriores, como así indica el hecho de que se describan algunos libros editados en la década de 1790 y de primeros años de 1800 con diferente caligrafía. Puede considerarse un verdadero catálogo de la Biblioteca por su ordenación alfabética por autores y por la reseña de cada libro donde aparece el apellido del autor, con el nombre entre paréntesis, el título de la obra, el tamaño, así como el lugar y año de edición y, al final de la descripción, el número asignado a la materia con, posiblemente, la estantería donde el libro estaba colocado. En la redacción manuscrita del mismo aparecen varias manos que pueden deberse tanto a Pedro Manuel Hernández, que falleció en 1815, como a los bibliotecarios segundos Manuel de Ipola y Ramón Fernández de Loaysa, que trabajaban en la Biblioteca por esos años. Por su estado de conservación y por la mala calidad de los materiales utilizados puede tratarse de un borrador muy usado en el día a día de la Biblioteca. Existen otros dos Índices en la Biblioteca del Seminario Mayor de San Ildefonso, con encuadernación en piel y excelente papel, pero que incluyen una cantidad menor de libros, muestran una ordenación alfabética menos rigurosa y no tienen una descripción de los libros, a excepción del autor y título.

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7. Catálogo de monedas del gabinete de antigüedades de la Biblioteca Arzobispal de Toledo [Manuscrito]. I y II. -- [ca. 1845].

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El Gabinete de Historia Natural y Antigüedades incluía un monetario con monedas y medallas que personalidades cercanas a Lorenzana le fueron proporcionando. Los monetarios eran muy frecuentes en la época ilustrada y muy apreciados como fuente histórica de primer orden. En la Biblioteca se conserva este “Catálogo de monedas del Gabinete de antigüedades” en dos volúmenes que, según Francisco García Martín, podría haber sido realizado por el bibliotecario Ramón Fernández de Loaysa. Está organizado por orden alfabético de los personajes históricos que aparecen en las monedas, de época romana y visigoda principalmente. El segundo tomo incluye, al final, un breve “Índice” de la Biblioteca copiado del que existía en 1844 y un registro del préstamo de libros del año 1845, documento muy interesante porque nos confirma el uso público de la Biblioteca. Este registro indica la fecha del préstamo, la persona que se lo lleva, el nombre de la obra y el día de la devolución. El monetario fue trasladado al edificio del Hospital de Santa Cruz en 1919 junto con la Biblioteca, para desaparecer durante la Guerra Civil de 1936.

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8. Documento oficial sobre la donación de la biblioteca del infante D. Luis Antonio de Borbón. [31-julio-1807].

Colección Borbón-Lorenzana

Documento firmado por D. Tomás de Sancha y Prado, escribano del rey Carlos IV, donde se certifica la escritura que ha otorgado el cardenal D. Luis María de Borbón para agregar la biblioteca de su difunto padre, el infante D. Luis Antonio de Borbón, a la Biblioteca Arzobispal de Toledo, haciendo “la más perfecta cesión, renuncia y donación irrevocable”. El texto está firmado en Madrid a 31 de julio de 1807. En realidad, la biblioteca del infante D. Luis había llegado a Toledo en 1794 junto con su Gabinete de Ciencias Naturales, colocándose en el Salón de Concilios del Palacio Arzobispal y con una persona encargada de la misma, según consta como gasto de 350 reales en 1797 para D. Andrés Sánchez de Bustos “encargado de la Biblioteca de su Excia.”. Luis María de Borbón fue nombrado arzobispo de Toledo en el año 1800.

 

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9. Informe de Ramón Fernández de Loaysa sobre la Biblioteca Arzobispal a petición de la Dirección General de Estudios del Reyno. [13-febrero-1822].

Colección Borbón-Lorenzana

En el año 1806 es nombrado como segundo bibliotecario Ramón Fernández de Loaysa que estuvo trabajando para la Biblioteca Arzobispal y para la Provincial -creada a partir de las desamortizaciones de 1837- durante unos cincuenta años. Este informe, identificado recientemente en la Colección Borbón-Lorenzana y redactado por Loaysa el día 13 de febrero de 1822, es la respuesta a un Oficio de la Dirección General de Estudios del Reino que solicitaba datos sobre “la Biblioteca Pública de esta ciudad”. Indica que es la única biblioteca de la provincia fundada a partir de la Real Cédula de 1771, escribe sobre las rentas con las que se mantiene, su ubicación, los bibliotecarios y sus sueldos. También hace referencia a los avatares acaecidos en la Biblioteca durante la Guerra de la Independencia, así como su situación en ese momento, su ordenación por tamaños y su utilización por parte de los profesores de la Universidad. Añade, además, el número de volúmenes, que pasan de 30.000, incluyendo la Biblioteca del infante Don Luis Antonio de Borbón. Resalta la existencia de “un monetario y pequeño gabinete de antigüedades poco surtidos por la escasez de fondos”. Termina el informe solicitando una “dotación moderada para la compra de libros de ciencias naturales y físico matemáticas”.

Los índices y catálogos de una biblioteca son las herramientas esenciales para dar un buen servicio bibliotecario porque muestran la organización de la misma y la colocación de cada uno de los libros. Conservamos el Índice de la Biblioteca Arzobispal (Ms. 514) de sus primeros años, con añadidos posteriores del bibliotecario Hernández, entre otros. Se le podría considerar un auténtico catálogo por todos los datos que aporta, tanto de descripción de los libros como de su ubicación en los estantes correspondientes.

                Aunque en esta época las bibliotecas ordenaban los libros por tamaños, la Biblioteca Arzobispal estaba organizada por amplias materias con la indicación de su número en las signaturas del Índice. Revisando los libros que aparecen descritos en él, hemos podido distinguir el número de algunas de estas materias, al que se unía el del cuerpo de estantería y el del estante donde estaba colocada la obra. Esta ingente labor clasificatoria demuestra el uso público de estos fondos, corroborado también por los préstamos que se realizaban.

                En 1806 aparece como segundo bibliotecario Ramón Fernández de Loaysa, a quien le debemos unos cincuenta años de servicio en la Biblioteca. En 1815, al morir Hernández, Loaysa pasa a primer bibliotecario. En estos años se hizo oficial la donación de la Biblioteca del infante D. Luis Antonio de Borbón e importantes
colecciones como las publicaciones periódicas e impresos menores de toda índole procedentes de los tumultuosos años de 1808 a 1812 y que aportó el cardenal Luis María de Borbón desde Cádiz. Loaysa escribe una serie de informes, a petición de instancias superiores, donde habla de los servicios y colecciones de la Biblioteca a lo largo de las primeras décadas del siglo XIX.