Nueva etapa en las bibliotecas públicas de Toledo. Siglo XX
La creación del Centro Provincial Coordinador de Bibliotecas en 1956 marca el inicio de una nueva etapa en los servicios bibliotecarios de la provincia de Toledo.
Ese mismo año el Centro Coordinador organiza un cursillo de formación para los encargados de las bibliotecas que ya existían en la provincia, y comienza a dotarlas de libros. No obstante, el número de bibliotecas es todavía muy escaso, el personal está pobremente cualificado y peor remunerado, ocupando locales deficientes en ubicaciones generalmente inadecuadas. Así, la provincia cuenta solamente con la Biblioteca
Provincial, que ocupa parte del Hospital de Santa Cruz en la capital, y 11 bibliotecas públicas municipales en Alcaudete de la Jara, Belvís de la Jara, Consuegra, Corral
de Almaguer, La Guardia, Madridejos, Los Navalmorales, Los Navalucillos, La Puebla de Almoradiel, Sonseca y Talavera de la Reina, de las cuales dos -Madridejos y Los Navalucillos- se encuentran en trance de desaparición. Para paliar esta escasez, el Centro Coordinador pone en marcha en este mismo año 1956 un servicio de extensión bibliotecaria consistente en la distribución de lotes de libros para poblaciones que
no contaban con biblioteca, las denominadas Maletas Viajeras que, rotando cada tres meses, dotan de lectura a otros 25 municipios.
Diez años después, en 1966, con la figura de Julia Méndez Aparicio ya a la cabeza del Centro Provincial Coordinador y de la Biblioteca Pública, se alcanza un segundo hito con la inauguración de la Casa de la Cultura de Toledo, a la que se trasladan la Biblioteca Pública y el Archivo Provincial. Además, en este mismo año, se reunifica la colección de la antigua Biblioteca Arzobispal, que en 1940 se había dividido para dotar con más de la mitad de sus fondos la destruida biblioteca del Seminario Mayor.
Las nuevas instalaciones de la Biblioteca Pública en el ala del edificio del Hospital de Santa Cruz que da al Paseo del Miradero suponen una notable mejora mismo edificio. Así, el nuevo emplazamiento cuenta con una Sala Infantil-Juvenil de 66 puestos de lectura, una Sala de Lectura para adultos con 49 puestos, y otra para investigadores con otros 15 puestos. Además, se abre un Salón de Actos con 200 plazas y un patio apto también para realizar actos culturales en los meses más cálidos. Se completan las instalaciones con 5 depósitos, uno de ellos equipados con el entonces innovador
sistema Compactus, así como salas de trabajo para el Archivo y el Centro Coordinador.
En el equipamiento de la biblioteca destacan las estanterías de las Salas de Lectura para Adultos y las de la Sala de Investigadores, mismo mobiliario que, encargado
por el entonces arzobispo Lorenzana al maestro carpintero Medardo Arnol, alojaron la colección de la Biblioteca Pública Arzobispal desde 1773, y que, en parte, pueden hoy admirarse en la Sala Juan Sánchez de la actual Biblioteca de Castilla-La Mancha.
Lamentablemente, a sólo un año de la inauguración, en 1967, las instalaciones empiezan a quedarse pequeñas. Primero, la Sala de Lectura no es capaz de absorber la gran demanda de puestos de lectura. Más adelante, en 1970, los depósitos donde se conservan los libros amenazan con quedar saturados en un plazo de 3 años. Así, en 1974, la Biblioteca debe renunciar al Salón de Actos, y con ello reducir su oferta de actividades culturales, para dedicarlo a depósito.
Pese a esta situación, en 1973 se alcanza un nuevo hito en los servicios bibliotecarios de nuestra provincia. La Dirección General de Archivos y Bibliotecas del Ministerio
de Educación y Ciencia, por mediación del Gobernador Civil, adquiere dos bibliobuses para dar servicio a los municipios toledanos que no cuentan con biblioteca fija, permitiéndose, por primera vez en España, que toda la población de una provincia tenga acceso cercano a un servicio de biblioteca pública. Un año después se adquieren otros dos vehículos, lo que permite duplicar la frecuencia de las paradas. Esta red de bibliobuses es una de las primeras con carácter provincial en España, aprovechándose esta circunstancia para aumentar su valor como modelo que puede extenderse a otras provincias. No obstante, ya en 1976 el servicio tiene que suspenderse durante dos años para reorganizarse ante la imposibilidad de mantenerlo con unas condiciones laborales dignas. En la actualidad, este servicio que cumple 50 años se incluye dentro de la Red de Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha, con un total deocho bibliobuses en funcionamiento.