Biblioteca de Castilla-La Mancha

Inicios de la Biblioteca Arzobispal (1773): bibliotecarios, mobiliario y creación de la colección

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  1. España

[Cédula 1771-2-17]

Real Cédula en que S.M. se sirve comunicar á los prelados y cabildos de las Iglesias Catedrales, canónigos de oficio y ciudades del reyno el reglamento hecho por el Colector General de Espolios y Vacantes D. Manuel Ventura Figueroa… para el establecimiento… de libros para una biblioteca pública en los palacios arzobispales y episcopales… -- Madrid: Joaquín Ibarra, 1771.

Repositorio Digital de la Biblioteca del Banco de España

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La Biblioteca Arzobispal de Toledo se crea a partir de la Real Cédula de Carlos III, de 17 de febrero de 1771, donde se publica “el reglamento hecho por el Colector General de Espolios y Vacantes D. Manuel Ventura Figueroa” con el objetivo de, entre otras cosas, reservar “libros para una biblioteca pública en los palacios arzobispales y episcopales”. Este reglamento describe en sus artículos 28 a 39 cómo deben ser estas bibliotecas, formadas por los libros de los prelados fallecidos “para aprovechamiento público de sus diocesanos” (XXVIII). También incluye en ellas los libros de la Compañía de Jesús que quedaron en sus colegios tras la expulsión en 1767 “que no se hallan destinados” en otros lugares (XXX). Declara, además, la necesidad de nombrar a un bibliotecario elegido por el Rey, detallando su asignación, el horario de apertura de estas bibliotecas “tres horas por la mañana y dos por la tarde todos los días que no sean festivos” (XXXI), y los locales apropiados para su ubicación: “los Prelados señalarán en sus Palacios Episcopales aquellas piezas que consideren mas á propósito para colocación de la Biblioteca, y concurrencia de sus Diocesanos” (XXXVII).

 

 

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2. Noticia sobre la resolución de 13 de mayo de 1775 donde el rey Carlos III nombra como primer bibliotecario a D. Pedro Manuel Hernández y como segundo bibliotecario a D. Manuel Martínez Vega. Firmada en Madrid, a 18 de mayo de 1775 por el Marqués de los Llamos.

Colección Borbón-Lorenzana

 

Pedro Manuel Hernández, doctor en cánones por la U. de Valladolid, era un experto paleógrafo, numismático y erudito, facetas tenidas en cuenta a la hora de ser nombrado por el rey Carlos III como bibliotecario de la Biblioteca Arzobispal de Toledo en 1775. A él encargó Lorenzana la supervisión de la instalación de la Biblioteca y su organización, por lo que le asignó en un principio un sueldo de 500 ducados anuales, que se aumentó hasta 600, según indica esta noticia. Como bibliotecario segundo es nombrado Manuel Martínez Vega, con sueldo inicial de 100 ducados anuales “por estar empleado en servicio de la Dignidad”, que aumentan a 200 ducados. Este bibliotecario dejó el puesto en 1776, siendo sustituido por Francisco Piñera, y más adelante por Valentín de Olías. Desde 1786 el bibliotecario segundo es Manuel de Ipola, profesor de la Universidad, no muy del agrado de Hernández.

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3. Carta de Pedro Manuel Hernández (bibliotecario) dirigida al arzobispo Francisco Antonio de Lorenzana [Toledo, 18-3-1773]. Respuesta de Lorenzana en el margen izquierdo [Alcalá de Henares, 22-3-1773].

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Según la correspondencia conservada, Pedro Manuel Hernández ya trabajaba en la Biblioteca Arzobispal en marzo de 1773, organizando los fondos “conforme sus autores”, colocando los libros de los Padres de la Iglesia y los relacionados con las Indias, que trajo Lorenzana de México. En esta carta informa sobre una lista de libros que Francisco de Santiago Palomares ofrece a la Biblioteca. En cuanto al trabajo de ebanistas y montadores de las estanterías, indica a Lorenzana que el color le “parece impropio” porque “es un jaspeado demasiado alegre”. Lorenzana da su visto bueno para la colocación de los libros, pregunta sobre qué libros ofrece Palomares y le da una propuesta para que las salas tengan más luz.

Según los Libros de Mayordomía del Palacio Arzobispal de los años 1775 a 1779, estudiados por Manuel Gutiérrez García-Brazales, aparecen apuntes de pago a ebanistas como Medardo Arnol por los trabajos de carpintería para elaborar las estanterías, tarea por las que cobró un importe total de 159.000 reales. También hay pagos a encuadernadores, vidrieros, pintores, etc.

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4. Carta de Pedro Manuel Hernández (bibliotecario) dirigida al arzobispo Francisco Antonio de Lorenzana [Toledo, 21-11-1773]. Respuesta de Lorenzana en el margen izquierdo [s.d.]

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En esta carta fechada a 21 de noviembre de 1773 Hernández informa a Lorenzana de la apertura de la Biblioteca: “la Biblioteca se ha franqueado á los opositores; y no dejan de venir algunos, aunque no piden otro libro que el Catecismo y Questionario”. Indica que acababan de llegar los libros de los jesuitas de Almagro, cuyo listado remite a Lorenzana, y unas “curiosidades matemáticas” de Palomares para el Gabinete. La respuesta del arzobispo es muy aclaradora sobre las relaciones de Palomares con el Arzobispado “el viejo Palomares quiere que le paguemos bien todos sus muebles; rebajen VV.MM. todo lo que puedan, pues son muchos los pobres a que debo atender, i no es razón que aré la merced a Palomares con la Dignidad Arzobispal, con la que únicamente ha comido, i come.”

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5. Carta de Pedro Manuel Hernández (bibliotecario) al arzobispo Francisco Antonio de Lorenzana [Toledo, 20-1-1780]. Respuesta de Lorenzana en el margen izquierdo [Madrid, 22-1-1780]

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                La carta de 20 enero de 1780 hace referencia al trabajo común entre el bibliotecario y el arzobispo de búsqueda de libros para llenar los vacíos que sobre determinados autores tenía la Biblioteca: “Devuelvo á V. Exc. la lista de Autores, puesta su señal en los que no hay en la Biblioteca, y con otros apuntamientos para quando V. E. quiera buscarlos”. Además, comenta el encargo que le ha hecho al pintor Dionisio de Santiago Palomares de pintar los retratos de las hermanas Ángela y Luisa Sigea “para la serie de escritores Toledanos, pues merecen ponerse en ella tan ilustres Señoras, aunque se las pinte de capricho, si no se hallan sus retratos”, según le pidió Lorenzana con gran interés desde Madrid en una carta de 18 de enero de 1780. De ahí que Hernández le sugiera otros “escritos de mujeres doctas”, como “Dª Catalina esposa de Henrique Octavo hija de los Reyes Católicos”. El arzobispo, como era su costumbre en la correspondencia con Hernández, le contesta en el margen izquierdo con frases precisas y lacónicas como “Que Palomares ponga los retrato de las dos toledanas” o “Dígame V.m. si se imprimieron estos escritos de la reina Dª Cathalina”.

Para recrear la Biblioteca en sus primeros años es de vital importancia conocer la Real Cédula del 17 de febrero de 1771. En ella se incluye un reglamento donde se especifica qué libros deben iniciar la colección, a qué usuarios va destinada, las horas de apertura y los espacios destinados a su instalación, a la vez ordena el nombramiento de un bibliotecario.

Pedro Manuel Hernández, primer bibliotecario de la Biblioteca, fue nombrado por el rey Carlos III en 1775 aunque, por las cartas que se conservan, ya estaba trabajando en ella en 1773. De hecho, fue quien llevó a cabo la puesta en marcha de la misma, quedando en sus manos la supervisión de la instalación del mobiliario, como las estanterías -que todavía conservamos en la Biblioteca de Castilla-La Mancha-, y
quien gestionó la compra e intercambio de libros, así como la organización de colecciones, además del encargo de cuadros para decorarla. En las mismas fechas fue nombrado segundo bibliotecario Manuel Martínez Vega.

Las primeras colecciones que engrosaron los fondos de la Biblioteca fueron los libros privados que los sucesivos arzobispos iban dejando en las estancias del Palacio. A ellos se unieron los libros particulares que Lorenzana se trajo de México en el año 1772 y los 9.064 volúmenes de los Colegios Jesuitas de Toledo en 1776, que se sumaron a los 200 del Colegio Jesuita de Almagro que ya se encontraban en la Biblioteca. Fueron incrementándose con adquisiciones a libreros como Manuel Medina, Atanasio García o Jacinto Hernández, además de donaciones y canjes de las ediciones preparadas por Lorenzana de los Padres de la Iglesia, el Breviario y el Misal Gótico.